Antes de viajar a Praga había escuchado que la ciudad enamoraba a todo aquel viajero que la conocía y que los praguenses eran fríos. Sólo una era cierta.
Una semana de vacaciones conectados con la naturaleza, el deporte y la familia. Diversión en la nieve y paisajes que nos dejan sin habla. ¿Se necesita algo más?